Franco Armani - De Casilda a Rusia - Una historia de sacrificio e iluminación

Ahora que todo es reconocimiento, el arquero de River no olvida el tortuoso camino que lo llevó a la cima. Noches llorando en soledad y días en reposo por una rotura de ligamentos.
Su abuelo (utilero del equipo de su pueblo) lo vistió de arquero como el quería allá por 1992 en Casilda, Santa Fe. Su pueblo natal. 
Su hermano era delantero y de chiquito a Franco siempre le tocaba ir al arco. Y su hermano lo remataba de cerca sin piedad. Ese ¨castigo¨le cambiaría mas tarde la vida.

Ese arquero que no comenzó en el arco por convicción y del que su abuelo se reía mientras lo vestía de arquero, debutó en Ferro, en el Nacional B. Su pase era de Estudiantes de La Plata (el titular era Andújar), que lo había cedido para que jugara y ganara minutos. Pero en Ferro, además de no ganar minutos (jugó un partido en un año), le llegaron a pagar hasta un 10% del sueldo. Al menos, seguía viviendo en la pensión de Estudiantes y se ahorraba el alquiler. También los viáticos: viajaba en auto junto a tres de sus compañeros.

En las vacaciones lo llamaron de Merlo y como sabía que Estudiantes lo quería mantener a préstamo, aceptó el ofrecimiento con la única e irrenunciable condición de ser titular.

Con 22 años fue el titular de un equipo que terminaría logrando el ascenso al Nacional. 

Recibió otro llamado para llegar a Medellin. Nadie lo esperaba en el aeropuerto y entrenaba en un costado como quinto arquero.
Se pasaba las noches llorando por sentirse absolutamente frustrado.
Jugó un solo partido en 2010, que fue a definición por penales y no atajó ninguno.
A fin de 2010, volvió a Casilda, convencido que no volvería a Medellin. Pero su familia le hizo cambiar de idea y el padre viajó con él para ayudarlo a sobrepasar el momento.

El 2011 siguió igual. Atajaba un partido cada quince días, por la Copa Colombia. 
Y cuando tenía la oportunidad de demostrar, no demostraba. 
En 2012 sucedió mismo. Las cosas no le salían del todo bien. Y un día lo volvieron a llamar de Merlo. Le dijeron que lo querían y Franco sintió que era la oportunidad de volver a la titularidad. Y encaró al profe Osorio, su entrenador, y le comentó la situación. La respuesta fue que lo esperara. Que al término del próximo partido le diría si lo dejaba ir. Y Franco Armani, en ese partido, se rompió los ligamentos cruzados. Y allí, a pesar de la dramática situación, comenzaría otra historia.
El entrenador le daría vía libre para volver si é no se lesionaba. Se tuvo que quedar en Atletico Nacional de Medellín.

¨No era el destino. Era Dios¨ según él mismo cuenta.
La recuperación se le hizo eterna y no tenía ganas de nada: ni siquiera de ir al médico para una rápida recuperación. 
Armani se refugio en una iglesia evangélica.
El que no creía en nada, se convirtió en un ferviente seguidor de Dios. 
Pero con el fútbol las cosas seguían mal. Por eso, una tarde lo llevaron a ver a un canalizador de ángeles de la ciudad de Medellín para que hablara con algún familiar muerto. Aquella “canalizadora angelical” tomó la voz de su abuela y le dijo que la gloria en el fútbol le llegaría pronto, a los 28 o 29 años, que tuviera fe. La “medium” y su abuela le anticiparon el futuro.
Cuando en 2013 volvió a jugar, el nivel que agarró fue sorprendente y la dirigencia le hizo otro contrato por tres temporadas. Ese año, el 2 de junio, ante Cúcuta, en su segundo partido tras la lesión, atajó un penal y fue la figura de la cancha. Ya no volvería a salir del arco. De golpe, empezó a ser ídolo. Luego vendría el tricampeonato, los penales atajados y el cumplimiento de lo que le había dicho su abuela con un canalizador de ángeles: la gloria deportiva. La Copa Libertadores del 2016 y el subcampeonato de la Sudamericana ese mismo año lo llevaron a la cumbre del fútbol sudamericano.
Lo que siguió fue el deseo de Marcelo Gallardo de tenerlo en River. Corría 2016. Pero Armani prefirió esperar un tiempo más. Este año hubo otra chance y esta vez no la dejó pasar, al punto que él mismo pidió salir de un lugar donde quieren hacerle un monumento. Es que es el año del Mundial de Rusia y la llave del arco de River aumentaba las posibilidades reales para Armani. 
Y llegó a River en Enero 2018. Y debutó en un mal momento del equipo de Napoleón. Y claramente Armani lo sufrió. Hasta aquel partido con Boca el 14 de Marzo en Mendoza en que fue figura. Y luego Superman y hoy la selección. Rusia y la casi segura titularidad.
La abuela desde el cielo se debe estar riendo a carcajadas porque se cumplió su profecía.
Le falta la Copa del Mundo y ganar la Libertadores en el equipo del que es hincha.
Y como no vamos a seguir soñando junto a él?
La paginas que siguen están en blanco. Pero mucho cuidado. Hay mucha tinta aún para completar esta historia de un tipo sacrificado, pero iluminado de gloria.
RPM



Comentarios

Entradas populares